La Violencia
Hace muchas décadas, que la violencia va apoderándose de las ciudades. Cada día estas, se hacen mas inhabitables.
Hoy en día ya no se vive; se sobrevive. Hay seguridad de salir de casa, pero no hay garantía de volver.
Todos se hacen las mismas preguntas ¿porque? ¿que esta pasando? Las repuestas son evidentes, están delante de nosotros, pero no somos capaces de atacar el mal conociendo su origen.
La violencia nace de la frustración, de la impotencia, de la indiferencia y de las carencias y todas estas anidan en la cuna de la intolerancia. Esa intolerancia que va germinando con el tiempo hasta convertirse en un monstruo sin control, que arrasa y devasta lo que se le pone al paso.
El hombre ha construido un mundo de falsedades, que hoy se le derrumba sin control y lo envuelve en un torbellino del que no puede salir.
El mundo de hoy pertenece a un selecto grupo de privilegiados, que goza de una patente de corzo para navegar por la vida sin estar sujetos a restricciones ni privaciones. En pocas palabras; hay una cofradía que dicta las reglas de juego, que el resto tiene que acatar sin chis ni mus.
Las consecuencias de todo esto son; niños muriéndose de hambre, en una cantidad superior a la de los siglos pasados, hambruna en países que antes no padecían de este mal, millones de ciudadanos sin empleo, millones de hectáreas dejadas de cultivar, millones de seres humanos convertidos en delincuentes por necesidad y obligación.
En este contexto, no podemos dejar de lado a las nuevas generaciones que se encuentran en medio de la nada, tratando de encontrar un camino hacia la verdad.
¿La verdad? ¡Si! La verdad, esa verdad que antes parecía serla, pero que se ha esfumado, porque siempre fue una falacia.
Una verdad siempre se sustenta sobre la solida base de la consecuencia y del ejemplo. Conceptos ausentes en las generaciones pasadas, que sus tentaban sus “verdades” en: el ocultismo, el oscurantismo, puritanismo, el mutismo, la prohibición, incoherencias religiosas, la violencia en vez del dialogo con los hijos y muchas otras cosas, que han ido acumulando una fuerza en su represión, que hoy se refleja en el comportamiento de las nuevas sociedades, que han tomado por bandera el extremismo, que consiste en una doctrina de: nadie cree en nadie y nadie respeta a nadie y para colmo de males tenemos el avasallamiento de los “globalizadores” que se han repartido al mundo como en un pequeño juego de monopolio y están haciendo de nuestras vidas un verdadero infierno. Un dantesco incendio fuera de control.
A todo esto hay que añadirle: la tecnología electrónica que esta convirtiendo al ser humano en autómata. Es común ver por las calles a ese y aquel; con un aparatito metido en las orejas y a el metido en su propio mundo, ajeno al resto o a un tío con ordenador dentro del bus o del metro, en igual actitud.
Una sociedad individualista y ausente. Para los que no tienen acceso al individualismo, solo queda: robar, mostrar su frustración de manera desenfrenada y desquiciada, destruyendo con odio todo aquello que pertenece al mundo que lo agrede y margina.
Ya no hay: la receta y enseñanza de la abuela, el tío que da propina, la familia numerosa que se acoge a si misma y se protege, el hermano mayor a quien respetar, la tertulia, el respeto por el otro y por lo ajeno, los viejos en la casa esperando el domingo para abrazar a sus hijos que llegan con los nietos.
El concepto de familia a caducado, ser padre o madre ya no es importante, porque a un hijo se le compra en cualquier laboratorio y punto; cuando este crezca, sera un idiota mas en un mundo que gira como un trompo sin ton ni son.
Creo que aun los gatos, no hemos perdido esos privilegios y seguimos siendo gatos y bien gatos, al natural con las mismas manías y costumbres, solo que: ya no tendremos al hombre de antes que pueda dispensarnos mas afecto, que el que ahora nos da y de paso a una sociedad que cada vez nos deja sin tejados por tanto edificio que construyen.